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Fundador y managing partner de Innovative Bioconsulting, una consultora dirigida a empresas biotecnológicas. Profesor de Gestión Empresaria en el Máster de Biotecnología de la Escuela de Negocios Aliter, Madrid, España. Tutor de Emprendedores de IE Business School. Anteriormente ha desarrollado su carrera profesional en el sector biofarmacéutico, con experiencia multinacional y creación de dos empresas. Master en Biotecnología y MBA

martes, 31 de octubre de 2006

Bienvenida a mis nuevos alumnos del Máster en Dirección de Empresas Biotecnológicas.

Esta tarde recibo a mis nuevos alumnos, casi todos con formación científica y ninguna empresarial. Son gente especial, gente que entiende que para que la sociedad –todos nosotros- se beneficie de los descubrimientos e invenciones científicas hay que hacer de ellas negocios que atraigan inversores que arriesguen su dinero.
Concebir y gestionar un negocio suele ser casi siempre una tarea dura. Si además queremos que rinda al máximo es, además, una tarea complicada. Si a eso le sumamos que en el negocio biotecnológico la tasa de éxito es muy baja, unos enormes retos regulatorios, con una alta mortalidad de empresas, el resultado es uno de los sectores más complejos que existen. Pero también de los más apasionantes.
En mi experiencia profesional he tenido el enorme lujo de promover programas para el desarrollo de anticuerpos para tratar la enfermedad de Alzheimer o enfermedades inflamatorias. Los retos que debimos enfrentar todas las personas que trabajábamos en ello eran increíbles. Cantidades de dinero enormes, time to market cercano a una década, un riesgo acumulado inmenso. Ya no participo en esos programas pero si mis antiguos compañeros logran llevarlo a buen puerto se harán ricos (bueno, se harán ricos los que tengan equity). Ellos y los inversores que han confiado su dinero a esta apuesta. Sin embargo, tanto los científicos como las personas de desarrollo de negocio tendríamos un premio aún mayor. Tendríamos la satisfacción de haber ayudado a otras personas, de haber conseguido mover el conocimiento desde el laboratorio a la sociedad.
Un logro de este tamaño merece un pago inmenso, el de la propia autorrealización. La jerarquía de necesidades de Maslow propone cinco categorías:
- Las necesidades fisiológicas
- Las de seguridad
- Las sociales
- La satisfacción del yo
- Las de desarrollo
Satisfechas las dos primeras la motivación vendrá de satisfacer las necesidades sociales (pertenencia al grupo), después las de satisfacción del yo (deseo de reconocimiento, prestigio, categoría) y, por último, las de desarrollo, que tienen que ver con la necesidad de ser dueños del propio destino, de llegar a ser cuanto se es capaz. Herzberg propone ciertos cambios a esta clasificación de necesidades. Sin entrar a comentar su teoría, él pone en la cúspide de la pirámide algo muy parecido a Maslow pero con un matiz diferente: la autorrealización. Mi interpretación personal es que la necesidad final que tratamos de satisfacer es la de sentir que hacemos algo que va más allá de nosotros mismos, que supera a la satisfacción material de nuestras necesidades básicas, que supera la necesidad de sentirse aceptado y reconocido socialmente. Es algo interior que sabes tú mismo y casi nadie más. Es que sientes que haces algo trascendente. La fortaleza interior que se consigue hace que puedas superar los obstáculos por grandes que estos sean y no depende de nada exterior.
Este sentimiento de trascendencia lo podemos tener en muchas ocupaciones, de muchas maneras. Se puede dejar un mundo mejor haciendo muchas cosas. Yo he elegido hacerlo de una forma complicada pero bastante obvia: mejorar la vida de los enfermos. Y muchos de vosotros espero que también. Bienvenidos, pues, a este curso en el que espero transmitiros lo que hay al final del túnel, más allá de la ciencia, la técnica, las finanzas o la gestión de un negocio. Al final, amigos, están las personas, todos nosotros.

domingo, 29 de octubre de 2006

La Biotecnología en España, según Nature


Para inaugurar el blog, nada mejor que comentar lo que de la Biotecnología en España comenta la prestigiosa publicación Nature Biotechnology. Si bien, por un lado, estoy contento de que al final tengamos entidad suficiente como para originar un informe, sin embargo lo que podemos encontrar en él no lo es tanto. Leer la cita de Javier Amayra, consejero delegado de Hyperion Biotech, una consultora especializada en el sector, ya nos da una pista del contenido: "es mejor tener 30 buenas compañías biotecnológicas que 130 que no puedan sobrevivir". Y es cierto. Pero, ¿tenemos en España 30 buenas biotecnológicas? El tiempo lo dirá. Hoy por hoy tenemos pocas, muy pocas pero muy valientes empresas. Valientes, porque han tenido que enfrentarse al desconocimiento de las instituciones públicas y también de los gestores de las fuentes de financiación privadas en nuestro país. Véase el caso de la veterana Pharmamar. José María Fernández-Sousa, presidente de Pharmamar y de su matriz, Zeltia, cuenta que cuando comenzó su andadura la gente creía que estaban haciendo una locura. Fernández-Sousa, uno de los empresarios biotech que más admiro y al que dedicaré seguramente algún comentario en este blog, ha sido capaz de llevar a su empresa al borde de la comercialización, algo extremadamente complicado, especialmente en España. Lo más triste es que cuando Pharmamar comenzó su andadura en 1986 la biotecnología era una historia de éxito en Estados Unidos. Genentech fue la primera compañía en salir a bolsa (octubre de 1980) consiguiendo 35 millones de dólares. Le siguieron otras muchas tan conocidas como Amgen (junio de 1983, 42,3 millones), Chiron (agosto de 1983, 17 millones) o Xoma (junio de 1986, 32 millones). Entre octubre de 1980 y junio de 1986 salieron a bolsa 20 compañías que consiguieron la increíble cifra de 578 millones de dólares. Y esto fue solo el principio.

Lamentablemente en nuestro país solo Zeltia, matriz de Pharmamar, Neuropharma y Genómica, cotiza en bolsa hoy en día (excluyo Puleva Biotech y Nutracéutical ya que se dedican a nutrición, no a salud humana). Según Genoma España, en nuestro país solo hay 124 empresas dedicadas por entero a la biotecnología. Y esto incluye todas, no solo las que se dedican a salud humana ("Guía de empresas en el sector biotecnológico español" septiembre de 2006).

Pero no todo es malo. Aunque estamos por detrás de los grandes países de nuestro entorno, se está haciendo un gran esfuerzo tanto desde las administraciones públicas como desde el sector privado para promover este sector hasta el punto de ser el país de la Unión con un ratio de crecimiento mayor en biotecnología, cercano al 25% frente a un 6% de media. Sin embargo, también he de decir que la base tan exigua de la que partíamos hace que sea fácil ver estos crecimientos de dos cifras. Una vez más, nuestro diferencial con Europa es tan brutal que nos va a costar años ponernos a su altura. Años importantísimos ya que hay que posicionarse de forma inequívoca entre los lideres mundiales en este campo (y en otras áreas tecnológicas, por supuesto)

El pasado jueves estuve en una comida de la Asociación Española de Directivos, a la cual pertenezco, que tuvimos el gusto de compartir con el Vicepresidente 2º y ministro de Economía, D. Pedro Solbes. Trazó en su discurso algunas importantes líneas para la economía de España. Partiendo del hecho de que, según su propio análisis, el modelo de crecimiento de nuestra economía estaba prácticamente agotado, máxime cuando se acerca el final de la percepción de fondos europeos, proponía para el futuro un modelo basado en la inversión en I+D+i que permitiera, entre otras cosas, mejorar la productividad de la economía y ofrecer productos y servicios de alto valor añadido. Palabras que a mí me resultaron de lo más motivadoras.

La biotecnología es presente y es el futuro. Ni los que estamos dentro nos podemos imaginar lo que podremos hacer en 10, 15 ó 20 años. Hace poco comentaba con un amigo, ingeniero de telecomunicaciones, que si en los años 50 del pasado siglo alguien le hubiera dicho a los más avanzados investigadores en el sector de la TV que hoy podemos ver los contenidos que elijamos en un aparatito personal, portátil y que además es un teléfono se habría reído de nosotros. Con la biotecnología el cambio será aún más brutal, no me cabe duda. La apuesta por este sector no es una decisión estratégica, es una necesidad absoluta si queremos mantener y mucho más mejorar la situación de nuestro país.